martes, 19 de marzo de 2013

Ya no será lo que se fue.

He quemado todos mis cartuchos. Siento que ha terminado una importante etapa de mi vida para dar paso a una sin duda más esencial, vital. Hasta aquí ha llegado una parte de mí que ya se siente extraña, que quiere quedar en el olvido para dar paso a un nuevo yo. Vivir exige una constante renovación, ser un Ave Fénix y resucitar de entre las ascuas ardientes para ser una versión mejorada de lo que se fue, pero sin olvidar la esencia. Siendo algo parecido, transformado. Muchas cosas ya no son lo que fueron, se mantienen en precario equilibrio hasta que la balanza de la vida quiera decantarlos hacia un lado o hacia el otro. Y ahí estoy yo intentando inclinar la balanza hacia el lado más oportuno para mí, el que me traiga menos desconsuelos, el que me ofrezca seguridad para seguir cuerda en este mundo de locos. Cada día me cuesta más conciliar el sueño, me acechan horribles pesadillas que presagian esos cambios internos. Son la mejor homeostasis, el mejor indicador y regulador del medio interno, la vía de escape que me queda para no colapsar y perderme entre tanto oscuro pensamiento.

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