domingo, 15 de mayo de 2011

Se lo prometí. Por ti Gus.

Hace tiempo me comprometí a presentarme a un concurso de literatura que organizaba la Biblioteca de la Facultad de Veterinaria cuya tema era "Hablemos de animales" y para variar el poco tiempo que tenía por aquella época, similar al de ahora, me impidió cumplir esa promesa. Al principio me sobrecogió la indeseable y temida paranoia del folio en blanco y la presión de las bases y límites del concurso, pero poco a poco fui entendiendo que probablemente podría hacer mucho más escribiendo con otro objetivo. Así fui preguntándome cuál sería el objetivo de mi ejercicio de escritura. Al principio pensé escribir una historia fantástica, con personajes totalmente ficticios emplazados en una realidad idealista. Sin embargo, deseché la idea porque otra irrumpió estrepitosamente en el curso de mis pensamientos. No escribiría una historia cualquiera porque tenía La Historia, ésa que me pedía a gritos salir al exterior. Y lo mejor de todo es que ni siquiera tenía que imaginármela porque ya la había vivido. Conocía a sus personajes de sobra y las circunstancias por las que pasaron. El destino tejió una vez más una historia maravillosa que debía ser contada. Porque ya tenía una motivación clara para escribir, un convencimiento sólido de lo que perseguía al describir esa historia, empecé a remover los recuerdos para plasmarlos lo más fidedignamente posible.


Esta historia narra un ABANDONO. Cuando veo en la tele o leo testimonios de niños o ancianos abandonados a su suerte pienso que no puede haber nada peor que ser despojado injustamente de la historia de tu vida, de tus orígenes, de tu esencia, de lo que eres, de lo que fuiste y de lo que serías. Es como si cortaran tu cordón umbilical con desprecio tirándote al cubo de la basura después, relegándote al olvido porque no cuentas con el amor que todo el mundo por derecho debería recibir. Muchas víctimas se han hecho oír por diversos medios, han contado su historia, su angustia, su sentimiento de no pertenecer a ningún lugar. Sin embargo, ¿te imaginas cómo sería ese sentimiento desesperado si no pudieras expresarte? ¿Si nadie te escuchara? ¿Si tu desgracia no tuviera importancia? ¿Si lo máximo que pudieras hacer es ladrar al viento y escuchar tu propio eco en respuesta, vagar hasta dejarte vencer por el cansancio del que no tiene destino para descansar, del que no va a ser recibido en ningún sitio porque es un perro cualquiera, un animal que no tiene valor, un ser como tantos otros que se abandonan porque "ya se las apañará, es un animal"? Esa es la historia de Gus, un cachorrillo que comenzó su andadura en la tierra padeciendo el desprecio infinito, INJUSTIFICABLE y DESPRECIABLE (respondiendo al tema del concurso... ¿de qué animal hablamos ahora? ¿Qué animal puede despreciar a sangre fría sin una razón vital? Creo que la respuesta es sobradamente conocida, ¡qué pena!)y vagó con una fractura que le habría costado la vida de no ser porque por una vez el destino quiso apostar por una criatura indefensa y salvarla del sino al que estaba destinada. Y sucedió lo que se suele llamar un giro, un golpe de suerte, el momento que todos esperamos en las películas que sabemos acaban bien porque esta historia también narra un CAMBIO. Y ¿cómo se materializó el cambio? Aparecieron en escena dos chicas que no tenían por qué haberse parado a ayudar a aquel cachorrillo pero LO HICIERON. ¿Y por qué?

¿Que por qué? Porque por eso sigo apostando por el ser humano a pesar de las atrocidades que cometen los desalmados, los que no aprecian la vida; porque por cada monstruo existe un generoso puñado de buenas personas que enmiendan los errores que otros cometen.

Estas chicas lo acogieron, le abrieron las puertas de su casa, de su familia y de su corazón, movilizaron a toda una facultad de Veterinaria (casualmente estudian Veterinaria y es algo que me enorgullece enormemente)para pagarle la operación que le devolvería una calidad de vida que por derecho natural toda criatura merece,y se preocuparon por asegurarle una nueva vida, una nueva familia, un nuevo sitio al que pertenecer. Ahora crece y vive la vida que nunca habría sido si no fuera por ellas.



A Sofi, Laura y a todos los que le dieron a Gus otra oportunidad.

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