- ¿A qué clase de tortura la estáis sometiendo?- preguntó Christian desesperado con lágrimas en los ojos al ver a través del cristal a la criatura a la que él más amaba en el mundo deshacerse poco a poco.
- Verás,- respondió el viejo con una sonrisa sádica en los labios disfrutando de cada palabra- cada día la hacemos pensar que vas a venir al caer la noche... Ella se ilusiona, se prepara, canta, baila, te espera... Es una verdadera delicia verla con su juventud... Y cuando llega la noche le damos la noticia de tu muerte. Ella muere por dentro y yo la consuelo con una droga que la deja inconsciente y hago de ella lo que me place. A la mañana siguiente despierta sin recordar nada y todo vuelve a empezar. La volvemos a decir que vendrás al caer la noche y ya te imaginas el resto.
- Déjala libre y mátame a mí- las lágrimas y las arcadas le nublaban la vista.
- No, Christian, con la muerte todo se acaba. Y a mí me gusta así.
- Te juro que voy a acabar contigo viejo.
- Si no te mato yo antes.
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