jueves, 26 de diciembre de 2013
miércoles, 18 de diciembre de 2013
Una pequeña criatura.
He abierto un ojo y por la rendija de mis párpados se ha colado una visión a medio dibujar. Una pequeña criatura de fantasía y color bailaba junto a mi ventana y al acercarse a mi peluche favorito se ha escondido entre sus brazitos de lana para resguardarse del frío del invierno.
sábado, 14 de diciembre de 2013
viernes, 13 de diciembre de 2013
miércoles, 11 de diciembre de 2013
sábado, 7 de diciembre de 2013
Mi principal apoyo.
Corren tiempos difíciles y el alma está apesadumbrada, con la cabeza gacha. Le cuesta mantenerse en pie y ya a penas busca ese saliente al que aferrarse para no caer al precipicio pues no tiene fuerzas y cree que es más fácil soltarse y dejarse caer. Sin embargo, hay algo que la sostiene sobre el abismo, una mano fuerte agarra el pellejo que es el alma y evita que caiga como una hoja en otoño.
Esa mano es la que me ha tendido mi principal apoyo y es la que me salva de la asfixia de la realidad y a la que mi alma debe la vida.
Esa mano es la que me ha tendido mi principal apoyo y es la que me salva de la asfixia de la realidad y a la que mi alma debe la vida.
jueves, 28 de noviembre de 2013
Vampiro de las letras.
Escribía a escondidas, robando horas a la noche y al día. Vivía en esa extraña nube de ideas, encajando palabras, fermentándolas y destilándolas para sacar de ellas el máximo jugo del que luego beber sin parar hasta saciar su sed, como un vampiro de las letras. Le estaba prohibido ese acto tan íntimo, casi carnal con las letras, bajo pena de morir con una estaca en el corazón. Sin embargo, era un riesgo que estaba decidido a asumir. Su vida eran aquellos ratos dedicados a la abstracción literaria. No concebía vivir sin aquel remanso de paz que le ofrecían esos garabatos en el papel. Quería escribir a costa de todo. Se había despojado en su vida de todo con tal de poder mantener a su lado su pluma y su pergamino infinito. Era un alma escribiente, un alma bohemia, cuyo significado existencial se resumía en sus escritos. Vivía por ellos. Vivía para escribir incesantemente.
Quisiera ser tan alta como la luna, como la luna, como la luná.
Quería ser tan alta como la luna así que decidió subirse a aquel taburete y sentirse la más alta del planeta.
sábado, 23 de noviembre de 2013
viernes, 22 de noviembre de 2013
Una mujer de belleza ancestral.
Una vez tú pintaste a una mujer papá, hoy yo pinto a otra. Porque hay algo en ellas, algo insuperable, que encandila el alma y mueve a los ojos a observar y al pincel a retratar cada detalle.
martes, 19 de noviembre de 2013
Dr. Dreyfus.
En aquel caserón el doctor Dreyfus diseccionaba a sus pacientes y los transformaba en marionetas que coleccionaba y mostraba al ignorante vulgo bajo el nombre de "El Circo de los Horrores".
Lo sombrío de su mirada.
Al destapar aquella estatua de la buhardilla del caserón no pudo evitar reprimir un grito de pavor al observar que la figura de cera movía los ojos y trataba de despegar sus labios sellados para gritar su desesperación.
El bufón.
El bufón apareció en palacio trayendo consigo nuevas de los invasores del reino. Cundió el pánico en la corte y Viana no pudo hacer otra cosa que buscar a Robian con la mirada.
Gracias Laura Gallego por poblar mi imaginación con tus bellas historias.
Malévola.
Malévola era la criatura más diabólica de los mares y su poder era inmenso. Su historia se basa en los poco fiables rumores de marineros borrachos pero la leyenda aún hoy está viva aunque adormecida a la espera de un alma suficientemente valerosa como para desenterrarla de las profundidades.
viernes, 15 de noviembre de 2013
jueves, 14 de noviembre de 2013
Tropezando otra vez con la misma piedra.
Vuelvo a sentirme horriblemente desorientada, como si me hubiera perdido en la inmensidad de un lago de orillas difusas e inalcanzables y aguas profundas, con mi pequeña barquichuela que hace aguas por todas partes y se zarandea al mínimo soplar del viento y mi remo inerte en las manos, sintiéndome incapaz de hundirlo en el agua para seguir una dirección concreta y llegar a la orilla sin que me devoren las criaturas lacustres tan hambrientas de carne como yo de un destino admirable. Quiero recuperar esa energía que antes me movía a remar a contracorriente por cansado que fuera. Sé que lo necesito como el respirar y al Cielo imploro una ayudita que me impulse y me haga salir de aquí. Quizá necesite un poco más de fe en mí misma, quizá necesite que se disipen las brumas que me nublan el pensamiento y me hacen perder la cordura.
De cómo se volvió a sentir enamorada de un imposible.
Fue escuchar su voz aterciopelada, refinada, horriblemente seductora y curtida en mil escenarios, su falsete irresistible y sentir su presencia, su porte y andares de rey, sus ojos de ese celeste que atrapa y mata y esa sonrisa perfectamente perfecta y traviesa que deseó saberlo todo de él. Lo buscó en sus fantasías cada noche y en sus ensimismamientos diurnos, encerró sus canciones y su voz en el pequeño reproductor de música que la acompañaba a todas horas y a todas partes y se aprendió su nombre para no olvidarlo jamás: Emmanuel Moire. Hacía tanto tiempo que no idolatraba a nadie de esa manera que se le había olvidado esa extraña sensación de vivir en una nube de fantasía tan intensa que pareciera devorar todo aquello que no fuera él.
Si tú supieras...
Si tú supieras lo feliz que fui esa mañana en la que te acercaste donde yo estaba calentando la voz frente al equipo de música y te pusiste a imitar a Elly Ameling con esos gorgoritos tan graciosos... Si tú supieras que es así como te quiero: bromista, con ganas de reirte del mundo y de los batacazos de la vida. Si tú supieras que es así como te declaras vencedor absoluto a pesar de las malas nuevas, los malos tiempos y que es así como nos haces felices a los que estamos contigo a las duras y a las maduras... Si tú supieras que con una risa tuya me das años de vida y nuevas razones para luchar sin perder la esperanza.., si lo supieras quizá lucharías contra ti mismo y tus demonios con renovada energía y por fin elegirías el camino que todos deseamos para ti que no es otro que el de la felicidad.
jueves, 7 de noviembre de 2013
En el claro del bosque.
En el claro del bosque de eucaliptos le declaró su amor a la luz de la luna. Por fin se había atrevido el buen caballero a poner palabras a su sentir. Por fin podrían mirarse a los ojos y decirse su verdad con tiernas miradas. Por fin serían uno del otro y a pesar de lo que dijeran y sus palabras de amor quedarían encerradas para siempre en eternos testigos de eucalipto.
Con el otoño...
Con el otoño llega un sentimiento de nostalgia, una necesidad de mirar por el ventanal y ver cómo las hojas se despegan de las ramas, cada vez más desnudas, y se pierden en montañas de más como ellas que han bailado frenéticamente hasta acabar alfombrando el suelo. Me divierte ver a los niños jugar con las hojas, bailar entre el marrón y el verde y reir al crujirlas con sus pisotadas de enanitos adorables. Me gusta el otoño. Me gusta amodorrarme bajo la manta con mi gatita enroscada en el regazo. Me gusta el otoño, es un auténtico gustazo.
jueves, 24 de octubre de 2013
Cleo.
A Cleopatra no le gustaba nada su nombre. Para una chica de quince años le quedaba muy grande un nombre de faraona así que ella se presentaba siempre como Cleo. Así le gustaba más y se evitaba las típicas risitas irritantes que tanto la repateaban.
miércoles, 23 de octubre de 2013
Marianita y su caballo.
A Marianita le encantaba vestirse de vaquero y convertir su habitación de juguetes en el escenario de una peli del oeste.
miércoles, 16 de octubre de 2013
Zyrana y el tiempo.
Zyrana a penas podía contener su ansiedad. Llevaba años encerrada en el refugio que ella misma había construido en el interior de un cometa. Le resultaba imposible conciliar el sueño. El fulgor de las estrellas, antaño hipnotizante y bello a rabiar para ella, se había convertido casi en un estorbo, pues se pasaba noches en vela admirándolas sin poder descansar un momento sus ojos de topillo. Las ideas le iban y venían en un vaivén desesperado. Se moría de ganas de dar por fin con la solución definitiva a sus desvelos. No descansaría hasta comprender el gran enigma que la mantenía horas y horas observando, estudiando, reflexionando. El Tiempo. Ése era su mayor anhelo: comprender el significado del Tiempo. En el helado corazón del cometa errante kilómetros de pergamino tapizaban el suelo y las paredes de roca estelar. Zyrana pasaba días y noches enteros en vela anotando todo aquello que descubría al leer las estrellas o escuchar su canto universal. Quería todos los datos que le pudieran acercar un poco más a la clave del Tiempo. Sin embargo, tal y como se le ocurrían ideas las desechaba por ser menos brillantes que una gigante roja.
Entonces, no podría deciros cuándo, llegó a la desoladora conclusión de que el Tiempo era la consecuencia de la degradación de las cosas existentes, una forma de contabilizar la cercanía del fin de aquello que existía. El principio de las cosas existentes llevaba irremediable e inexorablemente a su fin y el que espera el fin es el que mide su Tiempo.
Entonces, como movida por un impulso, Zyrana cogió el volante del cometa y lo hizo virar para entrar en la órbita de la Tierra. Se había dado cuenta de que contaba los minutos para llegar a su verdadera casa y abrazar a su madre y achuchar a Caricias, su gato tricolor, y pasar junto a ellos la vida hasta el fin.
martes, 15 de octubre de 2013
Antoñita y las estrellas.
Antoñita tiene dos pasiones: las sevillanas y las estrellas. Una noche pidió un deseo al fabricante de sueños y éste le concedió un paseo en meteorito con su vestido de faralaes. A su paso fugaz por el firmamento las estrellas tintineaban como si de castañuelas se tratase.
sábado, 12 de octubre de 2013
martes, 8 de octubre de 2013
Historias de antes de la guerra: Don Isidro.
Aún están vivas en mi recuerdo las veces que mi abuelo cortaba nuestra conversación furtiva en la salita de estar al oir a su mujer gritar desde la cocina: “Pero Marce, ¡déjalo ya! ¿Para qué quieres repetir otra vez lo mismo? ¡Ay qué hombre éste!”
La verdad es que mi abuela siempre ha sido muy práctica, muy del presente. El Sancho Panza perfecto para mi abuelo, un galán trabajador con alma de Quijote y acento aragonés. Y es que aunque Sancho Panza se esfuerce por que el hidalgo caballero pose sus nobles pies sobre la tierra, no podrá evitar que el indómito señor vuele con su imaginación a lomos de un corcel caquéctico en busca de gigantes aspados. ¡Qué pareja! Y a pesar de todo se amaban con locura. Un amor que aún hoy perdura y se respira entre sondas, dolores y decenas de repeticiones por culpa de los estragos del Alzheimer.
Mi abuelo siempre ha querido que redactara de alguna forma su vida. Siempre ha buscado huecos clandestinos entre jota y jota para repetirme que deberíamos ponernos manos a la obra y escribir sin parar tantas cosas que le habían sucedido. Supongo que, como yo, él también la considera algo irrepetible y de un valor incalculable y de ahí nuestra casi obsesión de escribirlo todo, dejar constancia de todo, desde lo más relevante a lo más intrascendente. Por fin puedo decir que hay algo que he heredado de este genial caballero. Quizá por ello a ambos nos angustia el paso del tiempo: a él porque se le agota y a mí porque él se me escapa, se escurre como arena entre mis dedos sin yo poder hacer nada por evitarlo.
Así hoy he querido contaros una de las travesuras que de niño hacía mi abuelo.
En la modesta escuela republicana de Torrelacárcel, todos los niños del pueblo acudían obedientemente a clase cuando lo permitían las labores del campo. Mis bisabuelos siempre se mantuvieron firmes en el claro propósito de que sus hijos estudiaran y se formaran. En resumen, que no fueran unos analfabetos como la mayoría de habitantes del pueblo, porque sabían que ésa era la clave para que algún día su cultura les permitiera abrirse camino en la capital. Marcelino y Pedro Miguel iban juntos a clase y eran dos grandes estudiantes. Algo les hacía especiales. Eran dos niños muy responsables pero aún así no podían escapar de las reconocidas ganas de los niños de hacer alguna que otra travesurilla.
Así en la clase de don Isidro, un maestro de ésos que no podían contener el bostezo que precedía al sueño profundo en plena clase, los niños aprovechaban la cabezadita de rigor para coger el puntero de don Isidro para mover y adelantar con él las agujas del reloj para hacerle creer al maestro que había llegado por fin la hora de salir al recreo al despertar a éste haciéndole cosquillas en la nariz con la pluma de su escritorio. ¡Granujillaaaaas! Era el eco que oían los niños que ya se encontraban felices jugando en el patio y riendo a carcajadas. Desde luego don Isidro tenía muy mal despertar.
Diana y las notas.
Diana escuchaba furtivamente y extasiada el sonido del piano que llegaba atenuado a través de la pared, como si alguien hubiera amordazado la boca del instrumento en contra de su voluntad. Su admirado pianista vivía en el piso de al lado y cada vez que le oía abrir la puerta corría como una flecha hacia la mirilla para admirarle en secreto por fugaz que fuera su visión. Pocas veces se tiene a un pianista de vecino y Diana no tenía ningún problema en admitir que era una verdadera delicia a pesar de lo que oía en el ascensor y en el parking: que si era muy ruidoso, que si no respetaba las horas de guardar, que si siempre tocaba lo mismo… Pero a Diana no le importaba nada de eso. Simplemente se limitaba a parar lo que hacía cuando llegaban amortiguadas las primeras notas de su melodía favorita: Para Elisa. Entonces se agazapaba junto a la pared y pegaba el oido imaginándose allí con él admirando el movimiento de sus manos prodigiosas por la superficie del piano.
Con una pelota.
A veces desearía ser feliz tan sólo botando una pelota. De seguro el ruido de los botes taparía los aullidos de mis propias pesadillas y quizá las ahuyentara para siempre.
viernes, 27 de septiembre de 2013
Abierta la tapa de mis sesos.
Hoy he querido mirar en mi interior porque me han dicho que es bueno hacerlo de vez en cuando en esta vida y como no sabía cómo, he cogido un abrelatas de la cocina y me he abierto la tapa de los sesos. Y ahí me he quedado, esperando que pasara algo, pero nada.
lunes, 23 de septiembre de 2013
Paseaba su autosuficiencia.
La vi paseando su autosuficiencia con una dignidad poco usual en aquella época de crisis. No pude evitar que se me cayera el alma a los pies al verla tan por encima del resto, tan aislada de los problemas del mundo pensando en su mundo de gominola y algodón. La envidié por ser tan afortunada y regodearse en su fortuna.
viernes, 20 de septiembre de 2013
Montañita.
Montañita montañita, qué solita estás entre las nubes de algodón agujereando el cielo.
Montañita montañita, subiré a tu cima para hacer cosquillas a las estrellas cuando estén dormidas.
Montañita montañita, hoy va a haber tormenta. ¡Cuídate de no empaparte y llorar después ríos de arena!
Aquella niña.
Lo que daría por volver a perderme entre mis juguetes en aquella buhardilla polvorienta en la que pasaba horas inventando historias fantásticas. Estoy segura de que aún sigue allí la niña que fui, jugando sin pensar en nada más.
miércoles, 18 de septiembre de 2013
Pirata.
Siempre he querido ser pirata y cada vez que cierro los ojos la brisa marina me acaricia los párpados. Cada vez que cierro los ojos, las olas me cantan al oído poemas de mar embravecido.
La vi desembarcar.
La vi desembarcar tan altiva, tan urbanita, tan llena de color, tan ignorante de la vida en aquel lugar... Me he prometido enamorarla, despojarla de tanta arrogancia, desnudarla y cambiar ese rostro inexpresivo y lleno de polvos de colorete por una mirada límpida y humana.
Que llegue el Invierno.
Nadie nunca ha deseado tanto como yo que llegue el Invierno. He llamado al Hada del Frío para que cubra las ciudades de esa caspa que tanto viste las panorámicas y aún no me ha hecho caso pero sé que pronto empezaremos a notar su mano.
martes, 17 de septiembre de 2013
Ser tóxico.
Nada me sacia, nada me consuela. Es como si hubiese perdido todo signo de vitalidad. A penas como, a penas sonrío, a penas siento necesidad. Es como si mi existencia no le importara a nadie y no soy tan fuerte como para no necesitar compañía en esta vida. Me paso mañanas enteras en la cama sin otra pasión más que seguir ahí, dormitando, en duermevela constante, como si así todo fuera más liviano y llevadero. Pero al levantarme vuelve la ansiedad de quien vive con preocupaciones eternas, pesadillas incesantes. Sé que debo tomar muchas decisiones en mi propio beneficio porque así no se puede vivir. Sin embargo, no sé por dónde empezar. Todo se me antoja difícil e insuperable y me abruma no saber qué rumbo tomar. Soy consciente de que eso me aleja aún más de la gente que no quiere seres tóxicos que les hundan la moral. Y es entonces cuando comprendo lo duro que es vivir en ese pozo oscuro porque nadie se atreve a mirar en el fondo por lo que se pueda encontrar. Me siento ser tóxico y espero que no llegue el día en que se cansen de tirar de la polea que me salve de la oscuridad del pozo. Porque si llega ese día, estaré perdida.
Primeras fases.
Mi psicoterapeuta me lo ha ordenado. Digo "mi" psicoterapeuta porque todo el mundo se empeña en llamarla así aunque para mí no es más que otra mujer empeñada en salvarme de mí mismo. Me ha asegurado que si no cambio de vida, acabaré por volverme loco. Y todo es porque apenas salgo de mi habitación. ¿Cómo lo ha llamado? Ah sí, “ambiente insano, viciado”. Y no sé por qué le resulta tan hostil, allí tengo todo lo que quiero, todo lo que no puedo necesitar. Hasta me coloqué un orinal debajo de la cama para no tener que interrumpir mis cosas para ir al baño. No hay nada que me desquicie más que tener que parar por algo así. Me han diagnosticado un trastorno raro y me han dicho que lo primero que tengo que hacer es aceptarlo, que ésas son las primeras fases. Yo no lo entiendo, no creo que me pase nada malo. Es sólo que necesito escribir todo lo que me viene a la mente y no parar. Escribir frenéticamente es lo que me mantiene vivo. Tengo el récord del mundo en velocidad de tecleo y aún podría batir mi propio récord. Pero me están obligando a salir de casa. Hasta mi novia me ha cortado la luz en varias ocasiones para que no pudiera encender el ordenador. Ahora es mi ex. Desde que me encerré ella decidió que yo no tenía arreglo y se fue. No la culpo. Supongo que yo hubiera hecho lo mismo. Pero ahora que he salido de mi escondrijo quiero hacer lo posible por recuperarla, sé que ella aún me quiere y yo la quiero más que a nadie. No quiero volver a perderla y por eso haré lo necesario para superar todas las fases que se interpongan entre yo y esa maldita recuperación total para así volver por fin a esa rutina que empiezo a añorar con ella.
lunes, 16 de septiembre de 2013
Que dure.
Hoy por fin le he visto contento y creo que sé cuál ha sido la causa: los aires nuevos. Está claro que necesitaba mucho este respiro de tanto aire viciado. De nuevo vuelve a ilusionarse con las cosas más pequeñas, vuelve a gritar Eureka! cuando descubre un nuevo sistema para rellenar los sudokus, habla con entusiasmo hasta de las cosas más efímeras. Vuelve a resurgir de sus cenizas después de haber ardido hasta casi consumirse. No puedo creerlo. Es el mejor regalo. Sólo espero que dure mañana.
sábado, 14 de septiembre de 2013
Lo inservible de mi nihilismo.
Cuando salí del colegio de monjas y me enfrenté al mundo de la Universidad empecé un proceso de vaciado total. Me llené de nuevas experiencias eso sí, de acuerdo, pero en convicciones me fui quedando en blanco. Sufrí una involución en muchos aspectos o quizá evolucioné a lo que soy hoy. Muchas situaciones, conversaciones, vivencias, palos.., me llevaron a sentir en mis propias carnes mi particular nihilismo existencial y lo cierto es que he llegado a sentirme nada. Nada de nada. Y es lo más horroroso que he experimentado. Por eso ahora que vivo una nueva etapa de mi vida, sé que no quiero eso ni para mí ni para los que me rodean y sufren las consecuencias de mis días nihilistas. No quiero volver a estar vacía ni ser un jardín sin flores. Ni quiero ni puedo permitírmelo. Porque empiezo a considerarlo sacrilegio. Demasiadas cosas me perdería si siguiese pensando que no merecen la pena. Por ello me he propuesto, queridos amigos, un cambio de actitud hacia la vida y lo que ésta me ofrece. Soy consciente de que para mí la vida siempre ha significado un regalo y aprender a valorarla cada día se me antoja necesario, muy justo y necesario.
domingo, 8 de septiembre de 2013
La niña que pinta estrellas.
¡Por fin la he visto! Me he asomado a la ventana y ¡por fin la he visto! La niña que pinta estrellas y luego las lanza al cielo para que se peguen como si tuvieran velcro. Ahí estaba alegre y juguetona brincando y riendo. ¡Y lo mejor de todo es que me ha visto con tantas ganas que me ha pedido que traiga un bote de pintura estelar! Casi no puedo creerlo.
Caracol col col...
Me siento caracol en esta vida. Viajo leeeentameeeeente observándolo todo, empapándome de todos los detalles sin ninguna prisa. No sé cuándo llegaré a mis metas, pero no me importa. Sé que llegaré.
Buceando.
Sí sí me habéis pillado buceando en lo más íntimo de mi ser. Allí donde guardo en latas de conserva todas mis añoranzas, mis deseos, mis sueños, la parte oscura de mí, mis recuerdos de infancia, los de adolescencia... Y allí me he quedado un buen rato, jugando con las algas que regalan cosquillas, hasta que me he quedado sin aire y no me ha quedado más remedio que salir a la superficie.
sábado, 7 de septiembre de 2013
Fly me to the stars.
En cada estrella del firmamento he guardado un sueño para así cada vez que mire al cielo nocturno recuerde lo brillantes que pueden ser y que por inalcanzables que parezcan siempre podré rozarlos con los dedos o dormir plácidamente bajo su fulgor.
viernes, 6 de septiembre de 2013
Un amor de hojalata
Me llamo Tysus, tengo 93 años y llevo 77 enamorado. Ya veis, toda una vida, enamorado de una mujer de hojalata, de su piel gris ceniza y sus ojos negros como la noche.
Recuerdo la primera vez que la vi en el taller del Anfiteatro. Mi maestro era un famoso juguetero singular que pocas veces salía de su escondrijo. Con los años había acabado obsesionándose con conseguir su creación más hermosa como si fuera un dios creador y pasaba sus días encerrado ideando y construyendo toda suerte de artilugios, de juguetes, enloqueciendo en su búsqueda a contrarreloj. Yo solía ayudarle con las herramientas, adelantando el trabajo por las noches mientras él se devanaba los sesos pensando y pensando. Creó relojes capaces de hacer viajar a una persona al pasado con tan sólo girar sus manecillas, fuentes inagotables de oro líquido, aviones hechos del algodón de las nubes... Lo cierto es que llegó a fabricar las más bellas invenciones que se puedan imaginar pero se sentía vacío y muy anciano. Por eso cuando vio cercana e inexorable su muerte quiso hacer el último trabajo de su vida. Su última creación.
Tanto tiempo en la oscuridad de su taller en el Anfiteatro le alejó de las gentes privándole del calor de los sentimientos humanos y se sintió muy solo. Pero llegó el día en el que tuvo la idea de su vida. Deseó una compañía que no le rechazara, que no le mirara con ojos recelosos a diferencia de las gentes de la comarca. Así comenzó a fabricarla con hoja de lata.
Yo veía cómo iba tomando forma poco a poco pero mi maestro cayó enfermo y postrado en su lecho de muerte me confió su última voluntad: quería que yo terminara de fabricarla y por ello me legaba sus bocetos. Yo me creí incapaz de conseguirlo pero por mi buen maestro accedí a cumplir su postrero deseo y le prometí protegerla siempre y cuidarla hasta mi muerte.
La noche que el anciano expiró entré en el taller y allí la vi a medio hacer. Cogí los bocetos y empecé a moldear la lámina estañada.
Pasé noches enteras en vela encajando cada pieza de su cuerpo, pintando cada detalle de su carita, como mi maestro hubiera querido. Ciento ochenta y seis días después la vi por fin acabada y hermosa. Lo cierto es que era lo más bello que había visto en mi vida.
Recuerdo la primera vez que la vi en el taller del Anfiteatro. Mi maestro era un famoso juguetero singular que pocas veces salía de su escondrijo. Con los años había acabado obsesionándose con conseguir su creación más hermosa como si fuera un dios creador y pasaba sus días encerrado ideando y construyendo toda suerte de artilugios, de juguetes, enloqueciendo en su búsqueda a contrarreloj. Yo solía ayudarle con las herramientas, adelantando el trabajo por las noches mientras él se devanaba los sesos pensando y pensando. Creó relojes capaces de hacer viajar a una persona al pasado con tan sólo girar sus manecillas, fuentes inagotables de oro líquido, aviones hechos del algodón de las nubes... Lo cierto es que llegó a fabricar las más bellas invenciones que se puedan imaginar pero se sentía vacío y muy anciano. Por eso cuando vio cercana e inexorable su muerte quiso hacer el último trabajo de su vida. Su última creación.
Tanto tiempo en la oscuridad de su taller en el Anfiteatro le alejó de las gentes privándole del calor de los sentimientos humanos y se sintió muy solo. Pero llegó el día en el que tuvo la idea de su vida. Deseó una compañía que no le rechazara, que no le mirara con ojos recelosos a diferencia de las gentes de la comarca. Así comenzó a fabricarla con hoja de lata.
Yo veía cómo iba tomando forma poco a poco pero mi maestro cayó enfermo y postrado en su lecho de muerte me confió su última voluntad: quería que yo terminara de fabricarla y por ello me legaba sus bocetos. Yo me creí incapaz de conseguirlo pero por mi buen maestro accedí a cumplir su postrero deseo y le prometí protegerla siempre y cuidarla hasta mi muerte.
La noche que el anciano expiró entré en el taller y allí la vi a medio hacer. Cogí los bocetos y empecé a moldear la lámina estañada.
Pasé noches enteras en vela encajando cada pieza de su cuerpo, pintando cada detalle de su carita, como mi maestro hubiera querido. Ciento ochenta y seis días después la vi por fin acabada y hermosa. Lo cierto es que era lo más bello que había visto en mi vida.
jueves, 5 de septiembre de 2013
"Why are They looking at me". (Escena del Musical de Madame Tussauds de Ana Teresa Calvo)
[After a meeting with Dr. Curtius in his dark office, the young writer Madame Tussaud, who dreams about becoming a succesful writer, discovers a dark room with terrible secrets inside and suddenly she´s locked up in that horrible room by accident. Open the door! Open the door! Please Mr. Curtius!- she cries. There are lots of human faces hooked on the walls. Madame Tussaud is really scared and after a few hours inside the room she begins to rant. All those faces seem to tell her awful things such as: You´ll never be a writer! Never! You´ll end like us! Nobody will know about you! Your days will end in here with us!].
(Young Madame Tussaud whispers in despair increasing her madness): They are looking at me, they are looking at me, why are they looking at me? Oh God let me go! Please good Lord!
(She begins to sing): There is something in their faces
cold and white old living corpses
with those opened eyes those opened noses
scary smiles which speak of tortures.
(She has an idea): Here in this solitude
here in this dark old room
I guess I´m about to change
my future, and my past of rage.
Now I can tell their stories
not in paper only with their bodies.
I know they will understand
and finally they will rest at end.
I pray for them to be forgiving
my head they won´t need for living
oh good Lord take my hand and guide me
among the deads among their bodies.
I am Madame Tussaud!!
and they will be my piece of art
they´ll be pleased with all my work
I´ll pray for their souls to my good Lord.
I am Madame Tussaud!!!!!
and you will be my piece of art!
they´ll be pleased with all my work
I´ll pray for your souls to our Lord!
(Young Madame Tussaud whispers in despair increasing her madness): They are looking at me, they are looking at me, why are they looking at me? Oh God let me go! Please good Lord!
(She begins to sing): There is something in their faces
cold and white old living corpses
with those opened eyes those opened noses
scary smiles which speak of tortures.
(She has an idea): Here in this solitude
here in this dark old room
I guess I´m about to change
my future, and my past of rage.
Now I can tell their stories
not in paper only with their bodies.
I know they will understand
and finally they will rest at end.
I pray for them to be forgiving
my head they won´t need for living
oh good Lord take my hand and guide me
among the deads among their bodies.
I am Madame Tussaud!!
and they will be my piece of art
they´ll be pleased with all my work
I´ll pray for their souls to my good Lord.
I am Madame Tussaud!!!!!
and you will be my piece of art!
they´ll be pleased with all my work
I´ll pray for your souls to our Lord!
Una artista original.
Esto es un llamamiento para todos los cazatalentos del mundo mundial
y también para todo aquel que busque y requetebusque a una artista original.
De padres obreros y origen humilde lleva en sus genes la chispa y el chiste
y aunque se la ve que se esfuerza no es tan buena estudiando carrera
pues siempre hay un verso que sin remedio la refrena.
No pide ni gloria ni fama tan sólo una oportunidad para vivir de lo que ama.
Ama soñar a todas horas y por encima de todo y vivir en un sueño es su mayor tesoro.
y también para todo aquel que busque y requetebusque a una artista original.
De padres obreros y origen humilde lleva en sus genes la chispa y el chiste
y aunque se la ve que se esfuerza no es tan buena estudiando carrera
pues siempre hay un verso que sin remedio la refrena.
No pide ni gloria ni fama tan sólo una oportunidad para vivir de lo que ama.
Ama soñar a todas horas y por encima de todo y vivir en un sueño es su mayor tesoro.
domingo, 1 de septiembre de 2013
Un pensamiento para tu nieta.
Que entre tus últimos delirios hayas tenido un pensamiento lúcido para mí me hace la niña más feliz. Recuerdo cómo lo ha dicho mamá a través del teléfono y cómo al instante se me han inundado estos ojillos que te lloran cada día. ¿Cómo he podido estar tanto tiempo alejada de ti? No me lo perdono. Espero que tú sí puedas hacerlo querido abuelito cuando los sueños de morfina te dejen tranquilo. Te quiero abuelito mío. Te quiero mucho.
sábado, 31 de agosto de 2013
Bodegón o naturaleza muerta, bien muerta, podrida.
En este rato de soledad que me brinda la vida del trasnochador me he puesto a desentrañar a lo Freud lo más oculto y oscuro de mis sueños más recientes y vívidos. Recuerdo con especial desasosiego el último de todos. En él me vislumbré abriendo desesperada una nevera llena de comida podrida. Huevos pestilentes, carne infestada de larvas, leche derramada de color pus oscuro, fruta agusanada.., mis únicos víveres echados a perder. Sin embargo, nada de aquello parecía importarme. Me quemaba sentir que me moría de hambre. Así que sin dudarlo un instante me lancé como una víbora a chupar sin miramientos aquellos asquerosos restos putrefactos. Mientras desgarraba la carne con la voracidad de un depredador en ayunas sorbía con ansiedad la clara verdosa de aquellos huevos agujereados como si fuera el manjar más apetecible. La visión de tan insalubre ágape sólo podía responder a lo podrido de mi alma. Sin duda poco queda de aquella tan cándida, inocente e imperturbable. Se ha consumido y envilecido hasta pudrirse en la miseria, ésa misma a la que me tengo que aferrar a toda costa pues es lo único que queda de mí.
miércoles, 28 de agosto de 2013
La canción de los seres sufrientes.
Ésta es la canción de los seres sufrientes
que callan lo que ven y no dicen lo que sienten.
Ésta es la canción de los seres dolientes
que caminan por el mundo con la lengua entre los dientes.
Ésta es, ya ves amigo, la canción del sufriente
que carga con su cruz de manera silente.
Aquí está otra vez la canción del que en silencio padece
que amortigua el arrastre de cadenas muy concienzudamente.
Ésta es, señores, la canción de los seres sufrientes
que por no reir, por no llorar, parecen muertos vivientes.
Ésta es la canción de los seres sufrientes
que por no dar carcajadas se ríen entre dientes.
Aquí tienen a una de ellos que les escribe vehementemente
incapaz de muchas cosas y además poco valiente.
¡Sí señores! ¡Me declaro ser sufriente!
que callan lo que ven y no dicen lo que sienten.
Ésta es la canción de los seres dolientes
que caminan por el mundo con la lengua entre los dientes.
Ésta es, ya ves amigo, la canción del sufriente
que carga con su cruz de manera silente.
Aquí está otra vez la canción del que en silencio padece
que amortigua el arrastre de cadenas muy concienzudamente.
Ésta es, señores, la canción de los seres sufrientes
que por no reir, por no llorar, parecen muertos vivientes.
Ésta es la canción de los seres sufrientes
que por no dar carcajadas se ríen entre dientes.
Aquí tienen a una de ellos que les escribe vehementemente
incapaz de muchas cosas y además poco valiente.
¡Sí señores! ¡Me declaro ser sufriente!
martes, 27 de agosto de 2013
La ratona ladrona y la gata ricachona.
Esto era una gata, de estirpe singular
que acicalaba su pelaje con la lengua nada más.
Tenía una dueña que la mimaba sin parar,
dormía sobre plumas y su comida era un manjar.
La gata ricachona era rica hasta rabiar
y de todos es sabido que le gustaba acaudalar.
Pero un día a su cesto fue a parar
una ratona deslenguada y con ganas de robar,
que le quitó las joyas, durmió entre las plumas y comió de aquel manjar.
- ¡Esta rata me ha robado! Morirá de un buen zarpazo-
pensó la gata sin piedad,
y con un buen queso como trampa la cazó sin más.
Cómo lloraba la ratona suplicando de verdad
que fuera una gata buena y la dejara en libertad.
La gata quería sus joyas pero al verla tan jugosa
decidió darle ventaja, 3 segundos, ni uno más.
que acicalaba su pelaje con la lengua nada más.
Tenía una dueña que la mimaba sin parar,
dormía sobre plumas y su comida era un manjar.
La gata ricachona era rica hasta rabiar
y de todos es sabido que le gustaba acaudalar.
Pero un día a su cesto fue a parar
una ratona deslenguada y con ganas de robar,
que le quitó las joyas, durmió entre las plumas y comió de aquel manjar.
- ¡Esta rata me ha robado! Morirá de un buen zarpazo-
pensó la gata sin piedad,
y con un buen queso como trampa la cazó sin más.
Cómo lloraba la ratona suplicando de verdad
que fuera una gata buena y la dejara en libertad.
La gata quería sus joyas pero al verla tan jugosa
decidió darle ventaja, 3 segundos, ni uno más.
El amor en las cavernas.
Hoy me he sentido niña otra vez porque me he hecho varias preguntas curiosas que jamás se me habían ocurrido: ¿Se enamoraban los primeros hombres y mujeres? ¿Es el amor un sentimiento "homo sapiens"? ¿Es el sentimiento amoroso inherente al ser humano desde sus principios o ha evolucionado con nosotros? ¿Se enamoraron Adán y Eva? ¿A partir de qué momento histórico se sintió el hombre enamorado y la mujer enamorada y sintieron deseos de expresarlo?
Reflexionando he llegado a alguna que otra conclusión. Creo que podríamos decir que el amor nació cuando el hombre lo comprendió y aprendió a expresarlo de alguna forma. Al principio de los tiempos el instinto animal primaba, nadie lo discute. Era demasiado intenso el recuerdo de una vida en los árboles y descubriendo la tierra como para dar cabida a los sentimientos individuales. No éramos un yo sino un grupo y pensábamos como tal, en manada animal; por lo que, como en todas las especies, cualquier manifestación sexual tenía el único objetivo de perpetuar la genética de nuestra especie a pesar y por encima de las inclemencias naturales y de los no desarrollados sentimientos amorosos. En los tiempos de las cavernas se establecían necesariamente parejas dentro de los grupos humanos pero ¿hasta qué punto era amor aquello? Por aquel entonces no teníamos capacidad de idealizar el mundo porque demasiado teníamos con irlo descubriendo. Nuestra percepción de lo que nos rodeaba se limitaba a reaccionar y sobrevivir y poco más, no lo interpretábamos llevándolo al campo de lo racional, del logos. Curiosamente en eso consisten en resumidas cuentas muchos de nuestros sentimientos: en la idealización de instintos. No había cabida para el amor romántico y menos para el platónico porque no éramos capaces de quizá sentirlo como tal ni expresarlo, nadie se había parado a pensarlo y comunicárselo a los demás. Sin embargo, se hacían fuertes los instintos más cercanos al amor como los de protección del clan, los instintos maternales, los rituales mortuorios... Quizá cuando el hombre se empezó a preguntar por qué enterraba y lloraba a sus muertos deseándoles una vida en el más allá plena y eterna o por qué protegía a sus hijos o por qué se sentía atraído por las mujeres o por qué las agasajaba con joyas y las complacía con complejos cortejos, demostraciones de valía y fuerza, y por qué las mujeres se adornaban y engalanaban y esperaban la aparición de un hombre en sus vidas y cuando ambos comprendieron que las uniones por conveniencia no les reportaban más que sufrimiento.., quizá entonces el ser humano empezó a comprender la complejidad de los sentimientos, la complejidad del amor que había desarrollado al ser cada vez más sapiens y menos homo. Entonces, cuando los seres humanos aprendieron a sentir el amor se atrevieron a escribirlo, a cantarlo y hasta a morir por él. Incluso hemos sido testigos de cómo la propia idea del amor se ha vuelto en contra nuestra muchas veces y nos ha ahogado y torturado y aún hoy nos sentimos atrapados por esa idea confusa e idealizada que tenemos del amor romántico quizá exagerado, quizá demasiado lejano de aquel amor de las cavernas.
Reflexionando he llegado a alguna que otra conclusión. Creo que podríamos decir que el amor nació cuando el hombre lo comprendió y aprendió a expresarlo de alguna forma. Al principio de los tiempos el instinto animal primaba, nadie lo discute. Era demasiado intenso el recuerdo de una vida en los árboles y descubriendo la tierra como para dar cabida a los sentimientos individuales. No éramos un yo sino un grupo y pensábamos como tal, en manada animal; por lo que, como en todas las especies, cualquier manifestación sexual tenía el único objetivo de perpetuar la genética de nuestra especie a pesar y por encima de las inclemencias naturales y de los no desarrollados sentimientos amorosos. En los tiempos de las cavernas se establecían necesariamente parejas dentro de los grupos humanos pero ¿hasta qué punto era amor aquello? Por aquel entonces no teníamos capacidad de idealizar el mundo porque demasiado teníamos con irlo descubriendo. Nuestra percepción de lo que nos rodeaba se limitaba a reaccionar y sobrevivir y poco más, no lo interpretábamos llevándolo al campo de lo racional, del logos. Curiosamente en eso consisten en resumidas cuentas muchos de nuestros sentimientos: en la idealización de instintos. No había cabida para el amor romántico y menos para el platónico porque no éramos capaces de quizá sentirlo como tal ni expresarlo, nadie se había parado a pensarlo y comunicárselo a los demás. Sin embargo, se hacían fuertes los instintos más cercanos al amor como los de protección del clan, los instintos maternales, los rituales mortuorios... Quizá cuando el hombre se empezó a preguntar por qué enterraba y lloraba a sus muertos deseándoles una vida en el más allá plena y eterna o por qué protegía a sus hijos o por qué se sentía atraído por las mujeres o por qué las agasajaba con joyas y las complacía con complejos cortejos, demostraciones de valía y fuerza, y por qué las mujeres se adornaban y engalanaban y esperaban la aparición de un hombre en sus vidas y cuando ambos comprendieron que las uniones por conveniencia no les reportaban más que sufrimiento.., quizá entonces el ser humano empezó a comprender la complejidad de los sentimientos, la complejidad del amor que había desarrollado al ser cada vez más sapiens y menos homo. Entonces, cuando los seres humanos aprendieron a sentir el amor se atrevieron a escribirlo, a cantarlo y hasta a morir por él. Incluso hemos sido testigos de cómo la propia idea del amor se ha vuelto en contra nuestra muchas veces y nos ha ahogado y torturado y aún hoy nos sentimos atrapados por esa idea confusa e idealizada que tenemos del amor romántico quizá exagerado, quizá demasiado lejano de aquel amor de las cavernas.
domingo, 25 de agosto de 2013
Su mejor sonrisa.
- Mami, no ha quedado nada – susurró con profundo pesar la pequeña Sophi a las faldas de su madre que intentaba tirar de ella evitándola detenerse frente a las ruinas del que había sido su hogar: el Estudio de Montreuil. Ella tampoco podía dejarse llevar por el abatimiento. Sabía que si miraba no podría despegar los ojos de aquel desastre y la pena la inundaría. Tenía que ser fuerte por las dos. Ya no quedaba nada para ellas en aquel lugar, no tenía sentido mirar atrás. Fueron años maravillosos, sí, de sueños e ilusión, viajes a la Luna y criaturas imposibles. Una vida sin muchas complicaciones, un mundo aparte, sin más guerras que las que Méliès llevaba en su cinematógrafo entre humanos y langostinos lunares. Pero ahora el gran genio había sido humillado y reducido a contentarse con mantener una tienducha de muñecos y sus vidas como artistas habían tocado a su fin con la Segunda Guerra Mundial y se veían perdidas. De nada servía ya la ilusión. Nadie se la devolvería. Quizá sus dotes de costurera le abrirían las puertas de algún taller de París. Sólo tenía que poner su mejor sonrisa y llamar a cada puerta con la esperanza de no tener que volver a hacerlo.
miércoles, 21 de agosto de 2013
El Secreto del Reloj.
A Marian le fascinaba bailar desde aquella vez que acudió con su hermana Christine al festival de danza para los huérfanos de Coldshire y el suelo de tablillas de madera del sótano de la casa de campo de la tía Margaret le permitía hacer piruetas sin temor a resbalarse. Aquella tarde después de la lección de piano con Thomas, el joven vecino que estudiaba en el conservatorio de la ciudad, decidió probar el tutú que tía Margaret le había comprado en la capital por su cumpleaños.
Marian se lo puso extasiada y comenzó a fantasear como si se reencarnara en la esbelta figura de la mismísima Lynn Everet, la famosa bailarina. Sus pies correteaban, saltaban movidos por una música que sólo sonaba en la cabeza de Marian y que se atrevía a tararear sólo cuando se cercioraba de que estaba totalmente sola. Entonces, justo cuando pensaba hacer un salto precioso, una tablilla que sobresalía la hizo caer estrepitosamente.
Marian se quejó, lanzando improperios impropios de una señorita de su edad y clase. Tras masajearse el pie dolorido entre maldiciones, buscó la causa de su tropiezo. Miró las tablillas y efectivamente, una de ellas se había levantado ocasionándole la caída y despertándola bruscamente de su ensoñación. Se acercó a colocarla pero seguía sin encajar, se quedaba levantada con respecto a las demás. ¿Sería a causa de que la madera estaba podrida o doblada por la humedad de aquella vieja casa de campo?
La respuesta la encontró en seguida. No encajaba esa tablilla porque había algo en su sitio que le impedía apoyarse completamente como las otras. Marian se aproximó y se agachó para mirar en la oquedad. Parecía una cajita de madera tallada cubierta de polvo centenario. La cogió con delicadeza, la examinó y finalmente la abrió. En su interior se hallaba..., ¿un guardapelo? No, Marian lo miró bien. Aquel cachivache dorado y finamente ornamentado con filigranas grabadas era un reloj antiquísimo, una auténtica reliquia, de ésas que tanto le gustaba cuidar a tía Margaret. ¿Sabría ella de su existencia? ¿Lo habría colocado ella misma ahí para que nadie supiera de la existencia y se sintiera tentado por su incalculable valor? La verdad es que aquello no tenía mucho sentido puesto que tía Margaret era una de las mujeres más ricas de la comarca y si había algo en este mundo que le gustara era regodearse de sus valiosísimos trofeos y joyas familiares. Era capaz de organizar toda una fiesta sólo para que las ricachonas de la zona chismorrearan sobre su nueva adquisición de orfebrería. ¿Por qué habría escondido entonces este reloj? ¿Acaso le había traído infortunio? ¿Estaría maldito? Todas estas preguntas corrían como torbellinos por la mente de la joven.
No tardarían en responderse todas esas preguntas.
Por suerte para Marian, nadie la oyó. La muchacha se apresuró y recogió los bártulos para ir a toda velocidad a la habitación de recreo de Christine, donde seguro la encontraría escribiendo sus relatos. Ella la ayudaría a desentrañar el secreto del reloj.
domingo, 18 de agosto de 2013
Miradas furtivas.
No puedo arrancarte de mi memoria por más que lo intente. Tu sola presencia me perturba. Sólo me queda el recuerdo imborrable del ayer y unas cuantas miradas furtivas llenas de deseo contenido.
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