Esto era una gata, de estirpe singular
que acicalaba su pelaje con la lengua nada más.
Tenía una dueña que la mimaba sin parar,
dormía sobre plumas y su comida era un manjar.
La gata ricachona era rica hasta rabiar
y de todos es sabido que le gustaba acaudalar.
Pero un día a su cesto fue a parar
una ratona deslenguada y con ganas de robar,
que le quitó las joyas, durmió entre las plumas y comió de aquel manjar.
- ¡Esta rata me ha robado! Morirá de un buen zarpazo-
pensó la gata sin piedad,
y con un buen queso como trampa la cazó sin más.
Cómo lloraba la ratona suplicando de verdad
que fuera una gata buena y la dejara en libertad.
La gata quería sus joyas pero al verla tan jugosa
decidió darle ventaja, 3 segundos, ni uno más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario