martes, 13 de agosto de 2013
Tú y tú.
Muchas veces apareces en mis sueños y no me queda más remedio que dejarte entrar. Te paseas por ellos a tus anchas sin importarte cómo se me acelera el corazón tras los párpados y aún con todo tengo que dejarte pasar aunque tengas la entrada restringida. No te puedo negar nada, a ti no. Consigues que sienta que me flaquean las piernas cuando te tengo cerca en ese rincón favorito de mis sueños. Consigues que todo lo que me ha costado tratar de ignorarte se haga añicos, se esfume como el humo del tabaco. Tú y tus malditos ojos azules. Tú y tu maldita sonrisa encantadora. Tú y tu admirable aire misterioso. Tú y tú y tú. Siempre tú. Qué tortura. Y qué gran tortura hacer como si nada después. Qué tortura sorprenderme siguiendo cada uno de tus movimientos y apartar la mirada para evitar a toda costa encontrarme con la tuya.
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