jueves, 28 de noviembre de 2013
Vampiro de las letras.
Escribía a escondidas, robando horas a la noche y al día. Vivía en esa extraña nube de ideas, encajando palabras, fermentándolas y destilándolas para sacar de ellas el máximo jugo del que luego beber sin parar hasta saciar su sed, como un vampiro de las letras. Le estaba prohibido ese acto tan íntimo, casi carnal con las letras, bajo pena de morir con una estaca en el corazón. Sin embargo, era un riesgo que estaba decidido a asumir. Su vida eran aquellos ratos dedicados a la abstracción literaria. No concebía vivir sin aquel remanso de paz que le ofrecían esos garabatos en el papel. Quería escribir a costa de todo. Se había despojado en su vida de todo con tal de poder mantener a su lado su pluma y su pergamino infinito. Era un alma escribiente, un alma bohemia, cuyo significado existencial se resumía en sus escritos. Vivía por ellos. Vivía para escribir incesantemente.
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