jueves, 14 de noviembre de 2013
Tropezando otra vez con la misma piedra.
Vuelvo a sentirme horriblemente desorientada, como si me hubiera perdido en la inmensidad de un lago de orillas difusas e inalcanzables y aguas profundas, con mi pequeña barquichuela que hace aguas por todas partes y se zarandea al mínimo soplar del viento y mi remo inerte en las manos, sintiéndome incapaz de hundirlo en el agua para seguir una dirección concreta y llegar a la orilla sin que me devoren las criaturas lacustres tan hambrientas de carne como yo de un destino admirable. Quiero recuperar esa energía que antes me movía a remar a contracorriente por cansado que fuera. Sé que lo necesito como el respirar y al Cielo imploro una ayudita que me impulse y me haga salir de aquí. Quizá necesite un poco más de fe en mí misma, quizá necesite que se disipen las brumas que me nublan el pensamiento y me hacen perder la cordura.
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