domingo, 30 de enero de 2011
La intercesión.
Venía de dejar a mi hermana en el cumpleaños de su amiga cuando me sucedió lo que más deseaba en ese momento. Le vi aparecer tras la esquina. Acompañaba al hermano de mi mejor amiga. Entonces cuando me di cuenta de que no me quedaba más remedio que enfrentarme a él, saqué el valor necesario para hablarle sin perder el control. Parecía una niña de doce años ante un ídolo. Me veía desde afuera y me provocaba una sensación de ridículo impresionante. Más tarde me avergonzaría de ello. Él estuvo muy agradable. Ojalá fuese capaz de discernir en su mirada si siente algo por mí. Sin embargo, no tengo la suerte de poder leer los pensamientos de la gente. Después de aquel encontronazo quedé con mi amiga para ir al cine. Tenía la esperanza de encontrarlo allí. Sin embargo, eso no ocurrió. Me arrepentí de haber pensado como si fuese una niñata estúpida e inconsciente. La decepción me duró mucho tiempo. Entonces, cuando ya no podía reprimir más mi angustia decidí escribir aquella experiencia en un libro. Conseguí publicarlo y le regalé una copia al hermano de mi mejor amiga por su cumple con la esperanza de que reconociera aquel momento entre las páginas. No lo hizo. Sin embargo, cuando mis esperanzas se volvieron nulas, apareció mi amiga que captó al momento la historia. Me llamó y yo le confesé todo. Ella me dijo que trataría de hacernos coincidir en algún sitio. Y así fue.
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