miércoles, 5 de junio de 2013
Toreada por un díptero.
Qué triste es ser toreada por un díptero. Estaba sumida en mis pensamientos y comida por montañas de apuntes de Veterinaria cuando un zumbido atronador me ha traspasado el tímpano. En seguida he agudizado el oído para localizar al tremebundo bicho volador que tras centurias de persecución y caza bien ha aprendido a guarecerse de manotazos, cuadernazos y escobazos. En una de esas fallidas intentonas de darle caza al moscón se ha cruzado en mi mente, veloz como un relámpago, el desafortunado Gregorio Samsa. Y no queriendo malherir a ningún pobre metamorfoseado he decidido abrir una ventana y conducir penosamente al toro con alas que arremetía furibundo contra mí esperando que algún día de estos encontrara por sí mismo la salida.
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