jueves, 13 de junio de 2013
Las odio con toda mi alma.
Hoy la vida me ha vuelto a dar uno de esos reveses a los que me tiene acostumbrada, o al menos eso creía yo, que estaba acostumbrada, preparada para arrostrar cualquier contratiempo, pero me he descubierto once again inexperta y temerosa. Me he convertido en una frágil criatura reducida a un miedo irracional. Una de las personas que más he querido, más quiero y más querré en esta existencia está sufriendo lo indecible en su etapa de esperar el fin y todas mis alarmas han saltado como locas. A penas duermo, las pesadillas son cada vez más insoportables, más oscuras, el miedo a vivir, a envejecer, a asistir a la muerte de otros y finalmente a la mía propia, me inmoviliza. Mi vida se ha trastocado por completo, mis esquemas perfectos no eran más que una fantasía infantil resguardada bajo la protección y los sacrificios de mi madre y de mi padre. Es curioso lo que logran unas células malignas inquietas en un cuerpo frágil y dolorido, uno de esos cuerpos frágiles y doloridos que han hecho de mi vida la más bella aventura. Es curioso lo que he llegado a odiarlas, creo que es inmensurable tanto odio. Las odio más que cualquier conflicto nacional, internacional, político, ideológico, catástrofe natural... Las odio, las odio, las odio con toda mi alma. Y esta es mi única vía de escape, escribir como una loca y acallar tanta malignidad con el sonido ensordecedor de las teclas porque más no puedo hacer. Sin embargo, escribir también se me atraganta en esta ocasión porque se me crispan los puños de tanta impotencia. No puedo dejar de admirar y envidiar a aquellos que son capaces de desconectar de tanto dolor, reir aún en la adversidad, resignarse, encontrar la paz interior, confiar en Dios. Yo soy incapaz porque estoy llena de odio, odio, odio.
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