miércoles, 25 de mayo de 2016

Dos cobardes.

Vamos di lo que tengas que decir.
Se acerca mi parada y no volveremos a vernos.
Este tren es nuestra oportunidad. ¿No lo ves?
Vamos, dime eso que me han contado tus ojos al cruzarse nuestras pupilas.
No tenemos tiempo. ¿Por qué no dices nada?
¿Por qué has vuelto a perderte en la lectura? ¿Acaso me das por imposible?
No. Me niego. Vamos, dímelo, me bajo aquí. ¿No ves que estoy haciendo el amago de levantarme?
No me dejes escapar. No consientas que te añore cada vez que me suba al vagón.
Por favor. Di algo. Lo que sea.


Todo eso se quedó atrapado en mi boca golpeándome los dientes.
Ninguno nos atrevimos a decir lo que teníamos que habernos dicho. Y así fue cómo nos perdimos, cómo nos diluimos entre la gente.
Fuimos dos cobardes.

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