jueves, 20 de febrero de 2014
Kirien.
Pocos se atrevían a hablar de ella, sin embargo todos la conocían. Su nombre era Kirien y ella misma se encargaba de que nadie lo olvidara jamás. Vivía en lo más profundo del bosque y los aldeanos aseguraban que su alma se había fundido con la del bosque y eran uno solo y que éste la protegía por favor de los dioses. Muchos eran los hombres que querían ganarse su corazón, otros muchos querían someterla y no pocos reclamaban su cabeza a cambio de jugosas recompensas. Sin embargo, sólo aquel que supo amarla de verdad supo entender que lo único por lo que ella vivía era por su libertad. Por eso ahora escribo su historia, porque es lo único que me queda de ella junto los dibujos que realicé a escondidas. Aún la recuerdo con su carcaj lleno de flechas y su arco de ébano, su pelo acariciando rebelde sus brazos, su pecho, su espalda, sus ojos fijos en el objetivo y sus dedos tensando la cuerda mientras contenía la respiración a la espera de resultar lo más letal posible.
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