No lo soporto, de verdad que no. Les veo tan cansados, agotados, derrotados en el sofá tras un duro día de trabajo... Mi mente parece no tener escrúpulos para con mi corazón y como si de un programa de ordenador se tratara, los avejenta pintándoles canas, arrugas y manchas. No soporto pensar en el inexorable paso del tiempo que hace mella en ellos más que en nadie y yo sin poder evitarlo acudo al esperpéntico espectáculo de la vida sin poder hacer nada para remediarlo salvo llorar a solas mientras tecleo penosamente cada palabra como si fuera una sentencia de muerte. No quiero ver cómo se marchitan. Es tan injusto que yo me esté acercando a la plenitud de la juventud y que ellos ya no puedan recuperarla.., que quisiera sacrificarla para que ellos vieran un segundo renacer.
Prometo desde aquí hacer todo lo posible para que vosotros viváis con tranquilidad y podais exprimir cada segundo de esta vida como mereceis, con alegría y optimismo.
Os quiere,
vuestra hija.
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