También se le llama creatividad paradójica a ese bombardeo artístico inagotable que brota de los individuos más creativos en los momentos más dolorosos de su vida o tras un período de recuperación. Y es que, por raro o inexplicable que parezca, el dolor es un estímulo positivo para que el individuo que lo sepa utilizar se introduzca en lo más íntimo de su ser sin bloquearse, sin censurarse por el miedo de experimentar mentalmente todos los sentimientos que esa experiencia dolorosa le ha producido, le ha impulsado a sentir y explore los rincones vírgenes de su imaginación con una fuerza titánica extrayendo de ellos la belleza artística y vital que permanece imperturbable y que incluso se magnifica al valorarla por encima de lo negativo.
El dolor abre así las puertas de la imaginación al querer el individuo escapar de él a toda costa. Es un camino arriesgado para el artista pero también es una vía de escape ante la cruda realidad y una fuente de inspiración que de no haber pasado por ello no abriría puertas a las ideas ocultas que al salir aliviarán al individuo sufriente casi de forma más potente y eficaz que los tan aclamados fármacos y las terapias.
Nadie puede escapar del dolor, pero sí puede sacarle el máximo partido desentrañando lo que para esa persona significa y lo que le lleva a sentir. Sólo de esa manera podremos sobrellevar la angustia individual que reside en cada uno y llegaremos a conocernos mejor. Es lo que tiene lo artístico del dolor.
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