viernes, 14 de septiembre de 2012
Escrito desde el pozo.
Qué raro se me hace escribir desde el fondo del pozo, desde la más inextricable oscuridad, desde las entrañas del dolor, haciendo ese esfuerzo incomprensible por que las palabras logren llegar a la superficie, hasta ti. Sin embargo ahí estoy, malherida, muerta de hambre y con los fantasmas del pasado como única compañía. No me quedan fuerzas para dejarme las uñas clavadas a la piedra, ni la voz en el vacío. Sólo me queda abandonarme a ese extraño sueño que me va venciendo poco a poco, ése que aparece como única solución, la única cuerda salvadora en la nada. Me invade muy despacio la oscuridad por la boca y se engancha a la lengua tirando de ella haciéndome vomitar todo el odio para luego seguir colonizando también los pulmones, llenándolos de negro paralizante, para después llegar veloz a mis brazos, mis piernas, dejándolos inertes, incapaces de responder a la mínima orden de movimiento. Se acabó. Todo, todo se acabó y yo también.
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La Nada.
ResponderEliminarUna partícula en el vacío,
Un viento solitario sin movimiento,
La medida exacta del infinito,
Es cuando se detiene el tiempo.
Ecos silenciosos agrietando
Oídos sordos,
Macabras pasiones
que ya no tienen fondo.
El cáliz oxidado
lleno de barro,
La maestría de las hojas
que perecen en verano.
El Devenir Gris que llena
de sabor la existencia,
Sal en las encías,
Venas henchidas de pimienta.
El rocío que ya no refresca,
La pluma que no aterra,
El sueño perturbado de la hiena,
y el universo de la Nada.