Oh melancolía,
¿por qué me acompañas todavía?
¿acaso no te he pedido hasta el hastío
que me dejes libre al menos por un día?
Oh melancolía,
son tus ojos dos lagunas en tinieblas
y cuando a ellos me asomo
siento, vida mía, que todo me tiembla.
Oh melancolía,
eres tú la poesía que brota
inagotable de mis labios desesperados
y que, sin riesgo de sequía,
pareces durarme años.
Oh melancolía, triste amiga mía,
te adentras y me devoras
y no tienes piedad ni te importan las horas
y así poco a poco me matas
y te alimentas de mi alma carroña.
Oh melancolía,
lejos veo el día en que por fin me dejes a solas,
pues como un fantasma con cadenas me acompañas
y me dejas exangüe maldita carcoma.
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