martes, 29 de septiembre de 2015

El bardo y la destrucción.

Ya no quedaban más como él. La Tierra y los Hombres habían cambiado más de lo que se esperaba y apenas eran reconocibles ya a los ojos del cansado bardo. Recordó entonces los tiempos en los que los bosques eran vírgenes y las ninfas hermosas... Ahora, las ninfas mutiladas arrastraban jirones de piel por los lodazales y sus lamentos ahuyentaban a los pocos que deseaban de corazón encontrarlas para trasladarlas a algún reducto terrestre en el que pudieran recuperarse. Pero las ninfas no están hechas para la cautividad. Nadie las busca ya. Nadie las adora hasta perder la cordura... El corazón del bardo lloraba amargamente pues una tierra abrasada no podía inspirar más bellos poemas.

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