martes, 21 de abril de 2015

Aromas de una infancia.


Hoy el viento me ha traído, madre,
sin quererlo ni beberlo
en pequeños frascos de brisa suave
los aromas más perfectos,
las esencias más amables.

Y de entre todas las fragancias más puras imaginables
ha querido venir a regalarme
las que para mí son sin duda alguna
las más perfectas, las más clave.

Las que con sus matices y sus notas,
avivan en mi cerebro como verdugos sin freno
las ascuas de mis recuerdos,
las brasas de mis más puros deseos.

Lilas y romero, húmeda hojarasca, madera castellana y almendro
Tormenta de verano, piñas abrasadas en estufa de leña y lluvia de enero,
Un desván desvencijado, café recién hecho,
lecturas de fantasía, azafrán del bueno,
suelo mojado, suelo seco, así me huele Robledo.

Son recuerdos dolorosos, fragancias trasnochadas
Tantas risas y tanto duelo
Que despellejan el alma y avivan en mí el profundo deseo
de despertar a tu lado algún día, abuelo.

Hoy el viento me ha obsequiado, madre,
Con el más bello de los detalles
con pequeños frascos de brisa suave
Llenos de los aromas de mis mejores despertares.

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