sábado, 2 de marzo de 2013
El caos aletargado.
Nunca me había sumergido así en el caos más absoluto. Allá donde mirara surgían sinsentidos que me sumían aún más en la confusión. Máscaras por doquier, estatuas que escupían vísceras, chamanes extasiados, curanderos exorcistas, báculos y espíritus mediadores se contorsionaban a mi alrededor en una danza macabra. No puedo negar que sentí miedo y a la vez fascinación por aquel mundo de sombras, de locura y perdición. Me vi atrapada por aquella atmósfera de humo y exclamaciones ininteligibles como si de un mal sueño se tratara y cuando por fin logré despertar me invadió una sensación de cambio, como si una parte de mí, una oscura parte de mí, se hubiera desperezado tras un largo letargo.
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