viernes, 10 de agosto de 2012
Me arrepiento de haberlo escrito pero aquí está, para aprender de ello.
¿Por qué nada de lo que hago es nunca suficiente? ¿Por qué me levanto siempre con una regañina taladrándome los oídos? ¿Por qué no me encuentro a gusto en mi propia casa? ¿Por qué se le ha olvidado qué nos une, qué somos? Nunca leerá esto, ni lo sabrá. Quizás lo intuya pero da igual. En la nube de pastillas en la que vive todo es perfecto pero si saliera de ella vería que tiene que arreglar muchas cosas que no se arreglan solas. ¿Cómo se lo hago ver? ¿Cómo le convenzo de que camine en la dirección correcta y no en la que le lleva al sufrimiento y al arrepentimiento? Eso es lo último que quiero para él, que en la soledad de la vejez o del último lecho le sobrevenga el arrepentimiento y comprenda que ya no hay vuelta atrás, que se equivocó y tendrá que asumir la culpa de la que no le eximieron en su día las pastillas.
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