Todo es igual. Nada ha cambiado. Sigo metida en esta vorágine de pensamientos sin saber muy bien cómo desprenderme de ellos. Ni siquiera estoy convencida de querer hacerlo, es como si hubiéramos creado un nexo entre nosotros, un nexo indestructible, invisible, peligroso. Como un lazo que me ata a mi pasado, que me envuelve día y noche, vigilia y sueño. No me deja en paz. Es oscuro, siniestro y a la vez quiero comprender y aceptar que es parte de mí. Mi parte más oscura. Mi parte menos agradable. La que muchos no comprenderían jamás, ni siquiera esforzándose. Por eso me sincero contigo, mi fiel amigo. Porque tú no me juzgas ni lo harás. Tú no me miras frunciendo el ceño cada vez que te explico lo que me pasa. Tú eres un gran amigo, quizá seas mi otro yo. El que comprende por mi historia por lo que estoy pasando. El que entiende mi situación, mis más profundos e incómodos secretos.
Quizá escribirlo lo haga menos importante, quizá no lo sea. Pero para mí, en mi universo de confusión es difícil. Una maraña ideológica que confunde mis pasos.
Aún con todo, camino. Camino sin cesar. Como si de esa manera estuviera más tranquila. Pero aunque logro parte de esa calma que busco mi alma está inquieta. Siempre inquieta. Buscando y rebuscando, arañando del pasado cualquier atisbo de razón para lo que siento en el presente. Estoy desesperada como tantos años que llevo en la misma situación. Y aunque trato de salir tengo la sensación de que siempre vuelvo al mismo punto. Al de querer despertar de nuevo a ver si así consigo hacerlo todo mejor, ser más y mejor yo misma. Pero al momento comprendo que es una soberana estupidez que no lleva a ningún sitio. Me he planteado hacer terapia psicológica para bloquear todos esos sentimientos e ideas confusas que tanto tiempo me arrebatan, pero al final yo misma me retracto de tales propósitos. Porque no quiero de momento ayuda externa. Sé que necesito comprenderme a mí misma y supongo que eso lleva más tiempo que cualquier carrera. Intento hacerlo lo mejor posible. Por eso trato de escribir mi problema, mis inquietudes, para ver si así consigo sacarlas de mi mente, aunque sea sólo mientras tecleo frenéticamente siguiendo el ritmo del aluvión de ideas que profana la quietud de mi pensamiento. La verdad es que quiero poder ser libre, quiero liberarme a mí misma de prejuicios, de sufrimientos injustificados, de miedos futuros. Quiero vivir plenamente y dejarme de miedos. Quiero sentirme bien y completamente completa. Completamente yo.
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