sábado, 11 de junio de 2011
Te echo de menos.
¿Cuánto ha pasado desde la última vez que nos vimos? ¿Cuánto tiempo me lleva torturando tu ausencia? Te busco entre los rostros de la gente pero no estás. Te busco en sueños pero me frustra la idea de no poder tocarte, besarte. Eres un fantasma en mis recuerdos. Cada vez más impreciso. Tus rasgos se diluyen en mi memoria, en los instantes fugaces con los que mi cabeza me regala pequeñas porciones de mi vida junto a ti. Quiero llegar a donde tú estás y yacer junto a ti bajo la sombra del almendro perdiéndome en tus ojos, acariciando tu cuerpo, abrazada a ti, acurrucada entre tus brazos, oyendo esa respiración tranquila y acompasada que mece mis sueños. Te pienso con tanta intensidad que se me hace extraño que de la fuerza de mis pensamientos no te hagas corpóreo aquí conmigo. Te escribo con la esperanza de aliviar mi sufrimiento como si a cada palabra pudiera reconstruir cada centímetro de tu piel. Porque escribiéndote te siento a mi lado. Te echo de menos.
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