jueves, 16 de mayo de 2013

Carta a mi querido tío.

Querido tío:
Por fin encuentro un ratito de tranquilidad para escribirte. No puedes hacerte una idea de lo que me ha costado arrancar pero por fin he encontrado las palabras adecuadas. Sé que la vida y el férreo e insano orgullo que nos caracteriza nos han jugado malas pasadas y nos han acabado distanciando. Sé que nos hemos cerrado muchas puertas y nos hemos perdido cosas maravillosas juntos, vivencias que nos podíamos haber regalado se han perdido para siempre y nunca volverán a ser como un día fueron. ¿Recuerdas aquellas reuniones familiares cuando vivía el abuelo? ¿Recuerdas esas excursiones en las que se nos escurría el tiempo entre risas? ¿Esas Nocheviejas interminables jugando al bingo? Yo las guardo en mi memoria como un tesoro. Y sé que todos las echamos de menos, os echamos de menos. No sabes todo lo que te mencionamos. No sabes la de conversaciones infructuosas que hemos tenido en casa al respecto. No sabes la de quebraderos de cabeza que ha dado esta situación a tus hermanos y sus familias. El declive de la familia lo llamamos. Y así es. Y todo por un cúmulo de sinsentidos que no logro aclarar. Otras familias se destruyen por herencias, por terceras personas, por deudas, por catástrofes… ¿pero la nuestra? Ningún cataclismo nos ha separado, ninguna herencia mal repartida, ninguna deuda impagable… No. No ha habido culpables (o al menos yo no los encuentro ni los señalo) simplemente malentendidos, rencor y escasez de valores por los que estamos sufriendo y me temo que sufriremos hasta el fin de nuestros días si nadie hace nada por solucionarlo. Lo estamos dejando morir y sé que con nuestra actitud estamos malogrando lo que tanto le costó sobre todo a una persona que ya no está: el abuelo. Con él todo era distinto. No sabes cuánto le echo de menos. Siempre que le recuerdo le acompañan unas lágrimas. Lágrimas que se escapan por él y por lo que con su marcha perdimos todos. Él fue quien mantuvo todo en su sitio, el que nos arropaba a todos bajo el mismo manto, nos mantenía unidos. Sin embargo, ahora todo eso se ha destruido. Y todos somos responsables. Quiero pensar que todavía nos aguarda un futuro en familia y que al final nos iremos de este mundo dejando un legado por el que sentirnos orgullosos. Quiero pensar que alguien abrirá los ojos, olvidará el rencor, perdonará y lo solucionará todo cerrando las heridas que nos hemos hecho a base de silencio. No sé quién tiene las llaves de esa puerta a un mañana feliz, en familia, porque sé que quien tenía el liderazgo y la voluntad de conseguirlo ha perdido la ilusión, las ganas, las fuerzas y ya no es quien era. También a él lo estamos perdiendo por ese odio dañino y sinsentido. Pero no está del todo perdido. Aún hay esperanza tío. Aún podemos lograr lo que todos ansiamos, si dejamos atrás los rencores y cedemos un poco pensando en el mal que estamos haciendo a muchos seres queridos. Todas las puertas están abiertas. Y si no lo están, yo me encargaré de abrirlas. Te lo prometo. Te quiere,

Tu sobrina.

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