lunes, 25 de abril de 2011

Al amor de mis sueños.

Hoy he vuelto a soñar contigo. ¿Sabes que me estás matando lentamente? ¿Sabes que tenerte solo en la oscuridad de los sueños me está torturando? Dime, agridulce, cuándo te vas a mostrar por fin. ¿Cuándo voy a poder acariciar tu cara, tirarme al pozo de tus ojos, comerte los labios, enredar mis dedos en tu pelo, acurrucarme a tu lado y hacerte prisionero del tiempo conmigo? Dímelo por favor, dímelo, dímelo. Todo este tiempo sin ti, es vacío, es no existir. ¿De qué nos sirve? Te ofrezco segundos extra de vida ahora que el tiempo es tan voraz, minutos de amor, días de pensamiento alado.., te lo ofrezco todo. Te lo quiero dar todo. ¿Qué puede tener eso de malo? ¿Quién sale perdiendo? Entonces, ¿por qué huyes de mí? ¿Tan vergonzoso es lo que te vengo a proponer? ¿Por qué no haces por escucharme? ¿Qué rechazas de mí? ¿Qué es lo que te asusta? Quizá es tanto amor. En caso de ser así, lo dosificaré para que no te haga daño, para que no huyas de mi lado, lo esconderé en cada momento juntos, me negaré a mi misma y a mi sentimiento desbocado para que tu asustado corazón se acostumbre a lo que te tengo preparado. Te daré miradas contadas, sonrisas medidas, hablaré lo justo, encerraré al mirlo que salta en mi pecho cada vez que te veo, te protegeré de mí misma, me protegeré de tu inmadurez, de tu cobardía. Sacaré las fuerzas de lo más profundo de mí, no tiraré la toalla. Por ti. Esperaré. Seré tan paciente como el discurrir del tiempo me permita. Estaré allí cuando reconozcas que has perdido el tiempo buscando lo que tan cerca tenías. Entonces, cuando no quieras ser más sueño sino realidad, te acogeré, te sentiré y recuperaremos el tiempo perdido. Te quiero.

La enfermedad del querer poder.

¿Cómo puede consumir tanto la sed de poder? ¿Cómo puede ser que de la noche a la mañana crezcan tanto mis ojeras? Tengo la cabeza embotada de darle tantas vueltas a la misma idea, ésa que resuena en mi mente y de la que no puedo olvidarme porque es la indicada, la elegida, la que va a darme la gloria, la fama, la inmortalidad. La sola visión de todo el éxito al alcance de mis manos me acuna, me siento en la cima... Solo un esfuerzo más y lo conseguiré. No como, no duermo, solo pienso en la manera de conseguir esa victoria resumida en millones de aplausos. No tengo oídos para escuchar a mi alrededor, no tengo piel que me haga sentir las caricias, me consume una necesidad imperiosa de sentirme eso que veo en mi mente, ese reflejo que siempre quise que me devolviera la mirada. Sé a lo que puedo llegar y no me importa nada más que llegar aunque al final sea un despojo. ¿Qué diferencia puede haber con el ahora? Seré un despojo inmortal en mi obra. Seré recuerdo, sin embargo ¿qué soy ahora? El deseo es más fuerte que mi propia vida. Estoy a punto de conseguir la perfección, sin embargo muero. He vendido mi alma al diablo y éste es implacable. No quiere a nadie más poderoso. A pesar de todo, se las verá conmigo. Lo quiero todo. Conozco mi enfermedad y mi destino. También lo conocía Aquiles. Ambos buscamos más allá de la simpleza. Ambos sabemos que nuestra ansia de poder nos matará antes o después. Nos creeremos dioses y al instante después nos susituirán por el vellocino de oro, pero habremos sido dioses. Eso es lo que busco, ser por encima de todo. Hacer de la nada lo más grande jamás visto. Lo ambiciono todo. La muerte hará de mí leyenda, será parte de la gloria, de mi necesidad de gloria.

sábado, 9 de abril de 2011

Ella.

- ¿A qué clase de tortura la estáis sometiendo?- preguntó Christian desesperado con lágrimas en los ojos al ver a través del cristal a la criatura a la que él más amaba en el mundo deshacerse poco a poco.

- Verás,- respondió el viejo con una sonrisa sádica en los labios disfrutando de cada palabra- cada día la hacemos pensar que vas a venir al caer la noche... Ella se ilusiona, se prepara, canta, baila, te espera... Es una verdadera delicia verla con su juventud... Y cuando llega la noche le damos la noticia de tu muerte. Ella muere por dentro y yo la consuelo con una droga que la deja inconsciente y hago de ella lo que me place. A la mañana siguiente despierta sin recordar nada y todo vuelve a empezar. La volvemos a decir que vendrás al caer la noche y ya te imaginas el resto.

- Déjala libre y mátame a mí- las lágrimas y las arcadas le nublaban la vista.

- No, Christian, con la muerte todo se acaba. Y a mí me gusta así.

- Te juro que voy a acabar contigo viejo.

- Si no te mato yo antes.

Hoy he soñado

He soñado que venías a buscarme y no sabías por qué. Supongo que querías que yo te diera la respuesta. En mi sueño eres otro, eres como yo quiero que seas. En mi sueño me quieres y yo no te odio. Hoy espero encontrarme contigo otra vez en mi mente para estar a salvo de todo. Hoy te tengo preparado un cuarto casi rosa donde nadie nos mire y tú aprendas a quererme. Allí podremos abrazarnos, acariciarnos, mirarnos a los ojos, desnudarnos... Allí sólo seremos tú y yo, sentimiento. Seremos un poema de Becquer. Seremos. Al amanecer te volveré a perder pero pensaré en la próxima cita en mis sueños. Quizá en ella te diga por fin lo que siento. Tendrás respuesta.

Equilibrio.

El equilibrio es un niño en constante crecimiento. Es increíble lo vulnerable que puede llegar a ser. Diariamente lo alimento y doy fe de que mantenerlo es harto difícil. ¿Que cómo lo alimento? Veréis, es cuestión de darle una ración de realidad con buenas dosis de ilusión. Generalmente con eso le basta pero, como bien sabéis, la ilusión es cara y frágil y hay épocas de escasez en las que dejan de sembrarse los campos. El día en que no hay de esto en el plato mi equilibrio llora, patalea, se retuerce y se hace insoportable. Vivir solo de realidad te deja con hambre, no te sacia. En esos momentos lo paso mal porque empieza a rechazar la realidad, deja de comer y lo veo demacrado bajo los incipientes efectos de la desnutrición. Entonces busco desesperadamente salvarlo de ese horrible fin que visualizo en mis sueños. Me acurruco junto a él y lo envuelvo con mis brazos protegiéndolo de sus propios miedos. Y cuando se queda dormido salgo a cazar. Me vale cualquier presa lo bastante nutritiva para devolver el color a sus mejillas. Recuerdo cuando cacé una idea: hacer un blog, que resultó ser una fuente de alimento inagotable. Le supo muy bien y no la rechazó. Es más recobró las energías y comenzó a brincar y a correr a mi alrededor. Reímos juntos y desde entonces, cuando lo veo decaído abro la despensa y le escribo su alimento.