Qué malo es deberse palabras, cuando lo valen todo.
Qué malo es deberse razones, cuando lo explican todo y ponen fin a la elucubración.
Qué malo es deberse un momento que nos cure a ambos. Así andamos mendigando pócimas milagrosas a otros...
Qué malo es esperar un instante contigo, que nunca llega.
Preparo discursos largos, llenos de cosas pendientes que decirte, esperando escupírtelo todo con un beso.
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