lunes, 11 de febrero de 2013

Mi manera de agradecerte.

Cariño mío, ésta es mi manera de agradecerte todo lo que haces por mí, todo lo que te preocupas por mí. Te quiero, te quiero y te quiero y soy la más afortunada por quererte. GRACIAS AMOR MÍO

miércoles, 6 de febrero de 2013

La Realidad Paralela.

Es terrible la vida entre dos realidades, la existencia a caballo entre dos mundos simultáneos, la división del alma en un mismo cuerpo, la continua transgresión de los límites entre lo real y lo irreal, hacer de la vida no deseada una distorsión enfermiza disfrazándola con jirones de fantasía, de sueños imposibles, de vidas y logros ajenos, de quimeras que poco a poco van transformándose en monstruos voraces que te aniquilan confundiéndote, secuestrando tu memoria, tu voluntad y obligándote a vivir de sus despojos, sin apenas reconocer en lo que te estás convirtiendo. Vivir y morir de la mano de Sancho y Quijote, debatiéndote entre realidad y ficción hasta los últimos estertores.., quizá ellos te devuelvan la cordura en el último instante. Quizá no haya nada más real que el último aliento.

lunes, 4 de febrero de 2013

Esmeralda.

¿Cómo puedes, mujer infernal, hacerme caer de esta manera en el abismo más oscuro?
¿Cómo puedes, hija del mismo Diablo, empujarme sin remedio al pecado?
¿Cómo puedes, princesa del deseo, atreverte a embaucarme con tus movimientos de serpiente?
¿Cómo puedes, ojos de hechicera, desnudarme con una simple mirada?
¿Cómo puedes, gitana, embrujarme con el aroma de tu piel?
¿Cómo te atreves, bruja, a romper la quietud de mi alma con tu sonrisa?

Verte arder en los infiernos es mi única salvación.

Sirena en una bañera.

Sin quererlo ni beberlo me he convertido hoy en sirena en una bañera. Por más que intentaba nadar no hacía sino toparme una y otra vez con las paredes de loza de mi cubículo. Me asfixiaba esa horrenda sensación de falta de espacio, de ausencia de vías de escape. Necesitaba salir de ahí. El chapoteo distraído al que estaba acostumbrada mientras me perdía ensimismada en la inmensidad de mis propios pensamientos ya no me aliviaba. Quería poder explorar, aletear a mi antojo descubriendo cada rincón sin que los muros inquebrantables de aquella pecera de hierro me lo impidieran día tras día. Quería abrir una brecha aprovechando esa pequeña grieta, talón de Aquiles de aquel buque acorazado para poder escapar en busca de aquello que tanto ansiaba: mi libertad.