miércoles, 18 de abril de 2018

Se me hace extraño que vuelvas.

Había logrado convivir con la espera.., alimentándome de fantasías absurdas y pueriles para no morir de inanición sentimental.
No soy de dejarme fenecer ni de amurallarme el corazón, lo reconozco. Ni soy tampoco de perderte en los recuerdos.
Nuestros "yos" imaginarios se me rebelaban, violando la quietud de lo vivido, saltando al vacío de los pensamientos para amarse una vez más en la oscuridad. Y yo los dejaba hacer, vencida por la tentación.
Allí estábamos bien. En mi cabeza, me refiero. Mejor que bien. Allí éramos perfectos. El uno para el otro.
Podíamos rozarnos las manos y los labios sin temernos. Aunque temblábamos igual.
Casi me había acostumbrado a tu presencia onírica, como único consuelo, como pan mío de cada día.
Por eso se me hace extraño que vuelvas. Corpóreo. Sin más. Como si no te hubieras ido. Como si no hubieras estado ausente tanto tiempo.
No me atrevo a decirte nada... Te he sido infiel con tu recuerdo. ¿Debería sentirme culpable?
¿Qué quieres que te diga? Que vuelvas es una fatalidad.
¿Y si tu recuerdo te encontrara fresco en mi pensamiento? ¿Se volvería loco por verse a sí mismo? ¿Se autodestruiría?
Ahora me haces pensar qué vale más. Si tu presencia temporal o tu recuerdo eterno.
Se me hace extraño que vuelvas. Y que lo remuevas todo. Como siempre. Aunque lo admito, volver a respirarte es insuperable.

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