miércoles, 14 de agosto de 2013

Verte hoy me ha devuelto la vida.

Hoy verle me ha dado la vida. Con la angustiada llamada de teléfono de esta madrugada creí que había llegado el momento que tanto temíamos, la despedida final, pero mi querido abuelo es fuerte como un roble. Ojalá me pareciera más a él. Le admiro en la misma medida que podría admirar a Einstein o Nietzche o Chaplin si fueran mis abuelos. O quizá más. No quizá no. Estoy segura de que es imposible admirar más a una persona. Y no sólo le admiro sino que le quiero con toda mi alma. No podría querer más a Nietzche o a Einstein o a Chaplin como le quiero a él. Marcelino se llama. ¡Qué gran nombre para un gran señor! Un aragonés de los pies a la cabeza, con el alma llena de ternura y en la boca siempre palabras de amor incondicional a sus hijas y a sus nietas. Doy gracias a Dios por habérmelo regalado durante los años más maravillosos de mi vida. Él la hizo mejor sin duda. Él la llenó de valores y lo sigue haciendo. Querido abuelo, eres lo mejor que me ha pasado, lo mejor que la vida ha podido regalarme. Te quiero mucho y verte hoy me ha devuelto la vida.

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