martes, 27 de agosto de 2013

El amor en las cavernas.

Hoy me he sentido niña otra vez porque me he hecho varias preguntas curiosas que jamás se me habían ocurrido: ¿Se enamoraban los primeros hombres y mujeres? ¿Es el amor un sentimiento "homo sapiens"? ¿Es el sentimiento amoroso inherente al ser humano desde sus principios o ha evolucionado con nosotros? ¿Se enamoraron Adán y Eva? ¿A partir de qué momento histórico se sintió el hombre enamorado y la mujer enamorada y sintieron deseos de expresarlo?
Reflexionando he llegado a alguna que otra conclusión. Creo que podríamos decir que el amor nació cuando el hombre lo comprendió y aprendió a expresarlo de alguna forma. Al principio de los tiempos el instinto animal primaba, nadie lo discute. Era demasiado intenso el recuerdo de una vida en los árboles y descubriendo la tierra como para dar cabida a los sentimientos individuales. No éramos un yo sino un grupo y pensábamos como tal, en manada animal; por lo que, como en todas las especies, cualquier manifestación sexual tenía el único objetivo de perpetuar la genética de nuestra especie a pesar y por encima de las inclemencias naturales y de los no desarrollados sentimientos amorosos. En los tiempos de las cavernas se establecían necesariamente parejas dentro de los grupos humanos pero ¿hasta qué punto era amor aquello? Por aquel entonces no teníamos capacidad de idealizar el mundo porque demasiado teníamos con irlo descubriendo. Nuestra percepción de lo que nos rodeaba se limitaba a reaccionar y sobrevivir y poco más, no lo interpretábamos llevándolo al campo de lo racional, del logos. Curiosamente en eso consisten en resumidas cuentas muchos de nuestros sentimientos: en la idealización de instintos. No había cabida para el amor romántico y menos para el platónico porque no éramos capaces de quizá sentirlo como tal ni expresarlo, nadie se había parado a pensarlo y comunicárselo a los demás. Sin embargo, se hacían fuertes los instintos más cercanos al amor como los de protección del clan, los instintos maternales, los rituales mortuorios... Quizá cuando el hombre se empezó a preguntar por qué enterraba y lloraba a sus muertos deseándoles una vida en el más allá plena y eterna o por qué protegía a sus hijos o por qué se sentía atraído por las mujeres o por qué las agasajaba con joyas y las complacía con complejos cortejos, demostraciones de valía y fuerza, y por qué las mujeres se adornaban y engalanaban y esperaban la aparición de un hombre en sus vidas y cuando ambos comprendieron que las uniones por conveniencia no les reportaban más que sufrimiento.., quizá entonces el ser humano empezó a comprender la complejidad de los sentimientos, la complejidad del amor que había desarrollado al ser cada vez más sapiens y menos homo. Entonces, cuando los seres humanos aprendieron a sentir el amor se atrevieron a escribirlo, a cantarlo y hasta a morir por él. Incluso hemos sido testigos de cómo la propia idea del amor se ha vuelto en contra nuestra muchas veces y nos ha ahogado y torturado y aún hoy nos sentimos atrapados por esa idea confusa e idealizada que tenemos del amor romántico quizá exagerado, quizá demasiado lejano de aquel amor de las cavernas.

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