viernes, 28 de junio de 2013

Parálisis.

No he sabido reaccionar al posar mis manos inmóviles e insensibles sobre las teclas de mi adorado piano. No me respondían a órdenes tan conocidas antaño para ellas y tan sencillas como "ejerce fuerza para pulsar el do central". Nada. No había respuesta. Ha sido horrible. No entendía cómo una orden tan sencilla podía hacérseme tan cuesta arriba pero así era y mis ojos eran testigos de ello. Comencé a llorar en silencio paralizada en el taburete. Jamás volvería a sentir esa sensación única de crear cada sonido de una melodía y degustarlo poco a poco. No me imaginaba la vida sin esa emoción tan a mi alcance, sin ese sonido que me había acompañado desde niña y había llenado mi soledad. Me sentía vacía como nunca, como si me hubieran condenado a padecer una triste existencia sin mi música.

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