viernes, 14 de septiembre de 2012

Espíritu Libre.

No podía aguantar aquella situación por más tiempo, la sangre le hervía cada vez que oía esos gritos reverberar en su cabeza, el pulso y la respiración se aceleraban y un aullido se le encajaba en la boca a punto de estallar. Sentía deseos de dejar atrás su viejo mundo, su viejo yo. Pero era consciente de que los recuerdos nunca la abandonarían, sólo podía tratar de aplacarlos, pues nunca aprendería a vivir con ellos. Quizá pudiera alejarlos por un momento si corría más que ellos. Así que cogió su caballo y galopó veloz por aquellos parajes desolados con el viento azotándole la cara, robándole las lágrimas que pertenecían al pasado y transmitiéndole un sentimiento nuevo. Debía luchar, no quedarse atrapada en aquellos gritos, en ese sentimiento mortuorio que la anclaba a una vida que no era la suya. Debía luchar por aquella que por derecho propio le pertenecía. Así se dejó llevar a lomos de su montura escapando del tiempo, sintiéndose un espíritu libre.

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